Fue un operativo tenaza. El peronismo ajustó las clavijas en la dirigencia territorial para revertir la imagen perdidosa que había mostrado en las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) del 13 de agosto pasado. Juan Manzur exteriorizó anoche que el resultado le hizo un guiño para ocupar el lugar que quería: ser miembro de la mesa chica del “Operativo Balotaje”. A una semana de completar su segundo mandato como gobernador de Tucumán, el sanitarista no sólo tenía su cabeza puesta en Buenos Aires, sino que ahora tiene los pies dentro del grupo más selecto de Unión por la Patria. “Este es un gran triunfo del Partido Justicialista, que nos obliga a redoblar el esfuerzo para continuar en el poder. Creo que eso es posible”, le dijo Manzur a LA GACETA antes de emprender vuelo rumbo a Buenos Aires, en compañía de su esposa, Sandra Mattar Sabio, del senador y diputado electo Pablo Yedlin y del jefe regional del Enohsa, Gerónimo Vargas Aignasse. “Te necesito acá, Venite Juan”, le dijo anoche el candidato presidencial, Sergio Massa, desde el búnker del Complejo C, en el barrio porteño de Chacarita. El actual ministro de Economía quiere que el tucumano tenga un rol más protagónico en la campaña con vista a la segunda vuelta del 19 de noviembre. “Una diferencia de 16 puntos respecto del segundo es el mejor de los resultados”, le ofrendó Manzur a Massa como una manera de mostrar que Tucumán se consolida como bastión peronista en el Norte Grande.
El vicegobernador y gobernador electo Osvaldo Jaldo también ha sido determinante para recuperar parte del terreno electoral perdido por el peronismo. Si bien en esta oportunidad el trabajo territorial corrió por cuenta de Manzur, Jaldo se ocupó de alinear a los referentes territoriales para contribuir con el triunfo en las tres secciones electorales.
Los grupos de WhatsApp explotaron este fin de semana. La recomendación del mandatario electo, que asumirá el cargo dentro de una semana, a los dirigentes fue más que clara: “si no hay trabajo territorial, el ajuste se los llevará puestos, porque eso es lo que propone cualquiera de las ofertas electorales opositoras”. Pero el mensaje no quedó sólo en esa frase. Jaldo ha señalado que, apenas llegue a la Casa de Gobierno, aplicará medidas de austeridad para ponerse a tono con la realidad económica del país. “El que no apareció en las elecciones no tiene posibilidades de mostrarse cuando Jaldo sea gobierno”, indicó a LA GACETA uno de los estrategas del jaldismo. Estas palabras se transmitieron por los celulares y durante las últimas horas del comicio “llovieron” fotos y muestras de movilización de electores en distintos puntos de la provincia. Este miércoles, el nuevo gobernador anunciará el gabinete que asumirá el domingo en el Teatro San Martín.
El “voto miedo” de la dupla gobernante de Unión por la Patria prevaleció sobre el “voto bronca” que prevalecía en cierto sector de la sociedad que acompañaba al candidato presidencial de La Libertad Avanza, Javier Milei. Por eso, fue una campaña diferente a la de junio pasado, sin tanta ostentación pública, pero con más tarea de convencimiento casa por casa, pueblo por pueblo.
Al oficialismo le queda una elección más, tan determinante como las anteriores. Manzur ya no será el gobernador de Tucumán; ese puesto será ocupado por Jaldo. El actual mandatario mantendrá su protagonismo como jefe de campaña del oficialismo para el Norte Grande. El tranqueño, a su vez, saldrá del estado de reposo sugerido por el equipo médico que lo atiende. Querrá estar en cada acto que se realice no sólo para sostener el caudal electoral alcanzado en la elección de ayer, sino de ampliarlo con nuevas alianzas. De hecho, ya mantiene contactos con Libres del Sur y con el propio Partido de la Justicia Social. No se descarta la convocatoria a los radicales. “Mi gobierno será amplio y de diálogo permanente con todos los sectores políticos. Eso es lo que demanda la sociedad para estos tiempos difíciles”, afirmó Jaldo.
El destino político seguirá uniendo a Jaldo con Manzur. El primero necesita que Massa triunfe para garantizar una gestión tranquila; el segundo para volver a la Casa Rosada con la promesa massista de convertirse en canciller.